viernes, 7 de agosto de 2009

Penumbras



Cuando llegué a la calle todavía llevaba su rostro, su voz y su olor clavados en el alma.
Al enfilar la calle Canuda me embistió una brisa helada que cortaba el bullicio. Agradecí el aire frio en el rostro y me encaminé hacia la Universidad. Al cruzar las Ramblas me abrí paso hasta la calle Tallers y me perdí en su angosto cañón de penumbras, pensando que había quedado atrapado en aquel comedor oscuro en el que imaginaba a Núria Monfort sentada a solas en la sombra, con los ojos envenenados de lágrimas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario